Este mes de agosto, que ya se termina ¡al fin! acaba de entrar en el ranking que lleva por nombre el siguiente post.
En el número uno nos encontramos con el mes de Agosto de 1994:
Cuando suspendí varias asignaturas en 1º de B.U.P. me tocó pasarme el verano estudiando para los exámenes de septiembre lo que desencadenó algún que otro ataque de ansiedad y mi padre me llevó al Hospital Clínico (mi segundo hogar). Un médico muy amable me miró a los ojos y me preguntó:
Médico: ¿Qué te preocupa?, ¿lo has dejado con el novio?, ¿tus padres se van a divorciar?
Thalis: No, no es nada de eso. Es que me han quedado varias asignaturas y por más que estudie no memorizo nada, lo más seguro es que repita curso…
Médico: ¿Y?, no pasa nada. No te preocupes, sé que esto que te digo no te servirá de consuelo pero, si repites, cosa que no sabemos, estarás más preparada el curso próximo. Tienes que tranquilizarte porque estos ataques de angustia que te dan se te pasarán si estás tranquila.
Resultado: repetí ese curso, el aprendizaje que obtuve de aquella charla y de la experiencia fue que la calma es mejor compañera que el nerviosismo.
El número dos lo ocupa Agosto del 95:
Ese verano me sentía inmensamente feliz porque me iba de campamento a Italia con la agrupación scout a la que pertenecía.
Quince días antes del viaje estaba con mi padre y mi hermano jugando a pillarnos en un parque de Avenida de Roma. Mientras huía de mi padre me subí a un banco y cuando salté para seguir corriendo noté que se me había torcido el tobillo. Pero pude seguir caminando y no me dolía. Así que continué corriendo, saltando y brincando. Volví a subirme a un banco y cuando salté y mi pie entró en contacto con el suelo me di cuenta que algo no iba bien porque me dolía un horror. Me tuve que sentar porque no podía apoyar el pie y caminar.
Mi padre me tuvo que llevar a cuestas hasta el Clínico ¡Qué novedad!
Mientras esperábamos en urgencias de trauma a mi hermano, que por entonces tenía 13 años, no se le ocurrió otra cosa que hacerse amigo de un delincuente común que había sido arrestado por la policía después de una persecución digna de una superproducción de Hollywood, donde acabaron varios policías heridos y el mismo delincuente fue tiroteado en el pie. Esa fue la única forma de pararlo.
Mientras esperaba para que me pusieran un yeso, me había hecho un esguince, mi hermano charló con el tipo este que se encontraba esposado a la camilla y no paraba de repetir “la policía lo sabe todo”, mientras los policías lo miraban y mi hermano se partía de risa.
Resultado: no pude viajar a Italia y me pasé 4 semanas con el yeso puesto porque lo rompí 2 veces, la primera porque me caí en la ducha y la segunda porque casi me parto la crisma bajando las escaleras de casa, en el hospital pensaban que no me estaba quieta ni un segundo. Lo que aprendí ese verano fue a lanzarme de cabeza en la piscina, una vez me sacaron el yeso, de ese modo fortalecí el tobillo. Y también que en ocasiones las cosas fallan porque en el futuro debes realizarlas con otra mentalidad y en otra compañía.
Agosto de 2010 ocupa el tercer puesto en este curioso ranking:
Después de haber regresado de un proyecto de voluntariado en Ecuador me enteré que mi abuelo estaba ingresado en el hospital. En cuanto mi padre me dio la noticia supe que no saldría de esta, la ecuación anciano de 101 años y placa en el fémur tiene un resultado fatídico. Tuve la suerte de poder despedirme de él y cuidarlo los últimos días.
Por cierto, falleció en el Hospital Clínico.
Resultado: perdí a una de las personas más importantes de mi vida pero aprendí que había sido muy afortunada por haber tenido el privilegio de haber disfrutado de él.
El cuarto puesto es para Agosto de 2011:
Hacía 2 meses que me habían diagnosticado un cáncer y el mes de agosto no iba a pasarlo en Brasil como había planeado, sino que fue visitando el Hospital Clínico.
De lunes a sábado estuve yendo al hospital para las sesiones de radioterapia y quimioterapia.
Sólo ha pasado un año pero parece tan lejano.
Resultado: un año después no hay rastro de cáncer. Lo que he aprendido todo este año con esta enfermedad me da para escribir un blog como el que estoy escribiendo pero entre otras cosas he aprendido que debo vivir el día a día, nunca sé que me deparará el mañana.
Y en el número cinco se encuentra este mes de Agosto:
Después de un año de pruebas, analíticas, operaciones, quimioterapia, radioterapia, malestar físico y psíquico, estoy recuperada pero me ha tocado, 18 años más tarde, volver a pasar el mes de agosto estudiando….
Estoy cansada de estudiar y sé que es el último esfuerzo y bla, bla, bla. Pero es que después del año que he pasado me hubiera gustado disfrutar de un verano de Dolce far niente y no tener que estar en la biblioteca de la UPF viendo como un chaval que hay delante de mi está “estudiando” mientras ve y escucha a través de su Iphone el programa “Mujeres y Hombres y viceversa”.
Y, para no romper la rutina, tuve cita en el Hospital Clínico, resultado de la analítica: índice tumoral bajo pero estoy muy baja de defensas.
Resultado: aún no lo sé pero espero aprobar los exámenes. Sinceramente no sé si estoy aprendiendo algo de este mes de agosto, hay días que creo que soy masoca.
Lo más emocionante de todo es que sólo tengo 32 años así que me esperan decenas de agostos, octubres, febreros, abriles donde viviré múltiples experiencias que me harán crecer y aprender…. ¡Y tener vacaciones!
Curiosidad sobre lo arriba escrito, cuando hoy empecé a escribir no fui consciente del comun denominador de los meses de agosto relatados y no es otro que el Hospital Clínico y Provincial de Barcelona, parece una broma pero no lo es.