Hoy víspera de San Juan, han pasado 12 días desde que me operaron.
El año pasado a esta hora, 13:26 estaba en el hospital sometiéndome a una segunda colonoscopia, puesto que en la primera habían detectado el tumor. En esta colonoscopia detectaron 2 ganglios. Uno de ellos era maligno.
Ahora ya no están, nada de todo eso está, pero durante todos estos meses, todas las pruebas, los tratamientos, el dolor, el malestar había algo que siempre estaba y hoy leyendo La Contra de La Vanguardia he recordado.
http://www.lavanguardia.com/lacontra/20120623/54315374618/la-contra-kathinka-evers.html
La señora Evers hace una reflexión durante la entrevista que ha estado muy presente a lo largo de toda mi enfermedad y que he comentado infinidad de veces a mis allegados, ella dice lo siguiente: “las ilusiones existenciales son necesarias. Por ejemplo, no queremos ver el sufrimiento que nos rodea, ser plenamente consciente de él lastraría en exceso nuestra vida”. Pues bien, no se equivoca ni un ápice esta sabia mujer.
Lo que quiero decir es que, mientras me sometían a quimioterapia y radioterapia o cuando me intervinieron quirúrgicamente por vez primera o cuando me pasé una semana a las puertas de la muerte vomitando sin parar y sin fuerza alguna para levantarme de la cama, en mi mente había una idea recurrente que era “en cualquier momento te llaman del hospital y te dicen que se confundieron con el diagnóstico y que no tienes cáncer y que todo esto se ha terminado”. Mi cerebro generó esa idea como mecanismo de defensa a todo lo que acontecía, porque sino era muy difícil luchar contra todo eso.
Estos días que han pasado después de haber salido del hospital son de balance sobre el último año, es irremediable. Y ahora soy consciente o mejor dicho quiero ser consciente de lo dura que ha sido esta batalla, de lo horrible y difícil que ha sido esta situación para mis padres, pero sobre todo para mí. Hasta entonces no quise ser consciente porque si lo era, supongo que creía que no podría superarlo, que no podría vencerlo.
Y ahora son días de agradecimiento y de sentirme muy afortunada, de ser feliz, de querer ser feliz.
Durante muchos años trabajé los fines de semana, dejé de hacerlo en el 2006 o 2007, pues bien a día de hoy no hay sábado cuando me levanto de la cama que no piense “que suerte Thalis no tienes que ir a trabajar a ningún sitio, tienes todo el fin de semana para disfrutarlo”. Pues desde la semana pasada cada día cuando me levanto, cuando me acuesto, cuando me ducho, cuando me visto, cuando me toco el vientre, cuando voy al baño pienso “que suerte Thalis que no tienes que llevar más la bolsa y que tu intestino vuelve a estar en el lugar que le corresponde”.
Debemos dar las gracias cada día por todo lo que somos y lo que tenemos, porque somos muy afortunados, porque las cosas son como uno quiere que sean. Porque pasas tú tiempo en este mundo haciendo lo que tú quieres hacer, si no lo haces pasarás de puntillas toda tu existencia y no te darás cuenta de lo valioso que es el regalo de la vida.