LA VIDA ES UN JUEGO Y HEMOS VENIDO A JUGAR

por Hemisferio Izquierdo

Hay una cosa que sigue llamándome la atención de mi misma y es la capacidad que tengo para sorprenderme por lo que ocurre a mí alrededor sobre todo cuando me afecta directamente.

La semana pasada fui a una conferencia que organizaba un amigo, hacía tiempo que no nos veíamos y nos pusimos, brevemente, al día. El caso es que en un momento de la conversación me dice:

Él: tienes novio ahora, ¿no?

Yo: sí. Desde hace más de un año.

Él: me lo dijo X. Porque tú no lo has dicho en Facebook o Twitter, no cuelgas ninguna foto ni nada.

Yo: cierto, no voy hablando de mi vida privada en las redes sociales que utilizo.

Y me quedé pensativa con la última frase que él me había dicho. Recordé cuando hace un año les conté, por separado a dos amigas, que tenía pareja. Y ambas me dijeron, es que eres tan reservada con tu vida privada. Y me sorprendió, la verdad, porque no sabía que era una premisa indispensable el uso de las redes sociales para transmitir TODO lo que concierne a tu vida privada.

En mi trabajo, hay un grupo de compañeros que tienen un grupo de Facebook en el que cuelgan cosas y se escriben cuando salen del trabajo. También tienen grupos de WhatsApp donde impera la misma dinámica. No formo parte de ninguno de ellos y no porque no use esas dos aplicaciones, al contrario. Pero es que veo a esta gente más que a mi pareja, mis padres o amigos, ¿de verdad hace falta estar intercambiando videos, fotos y absurdeces fuera del trabajo con todos ellos? No, me parece que no.

Y esta manera de actuar me hace plantearme si tendré algún tipo de problema de socialización o de interacción con mis semejantes. O, ¿me estaré volviendo una misántropa? No lo creo, por qué el antónimo de misantropía es filantropía y creo que el amor a la humanidad es una de mis máximas vitales. Eso sí, no niego mi espíritu y pensamiento crítico hacia todo aquello que, en mi opinión, la humanidad no hace de manera correcta.

Así que no soy una misántropa pero si soy muy selectiva a la hora de relacionarme con los demás y sobre todo con la información que comparto. La información es poder, al fin y al cabo. Y saberlo todo de todos hace que desaparezca el enigma, la curiosidad, la magia, la imaginación y que dejemos de jugar.

La vida es un juego y hemos venido a jugar.